Respirar hondo, recapacitar, no precipitarme, pensar las cosas detenidamente... Eso es lo que debo hacer si no quiero acabar cortando cabezas.
¿Realmente se puede llegar a ser tan hipócrita? ¿Tanta falsedad puede caber en una sola persona? Y para colmo, parece que es contagioso.
Borregos, esos son los contagiados. Gente que no se molesta en saber, solo escuchan a una única persona y se la trata como a Dios.
Por suerte, toda esa gente, todas esas sensaciones, abandonan mi espacio vital por sí solas. Al parecer repelo la gilipollez.
Si, como podéis ver, sé contar... al menos hasta tres.